Flp 2:2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
Flp 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
Flp 2:4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Flp 2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
Flp 2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
Flp 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
Flp 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Flp 2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
Flp 2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
Flp 2:11 y toda lengua confiese(A) que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
¿Cómo debemos enfrentar las críticas de otras personas? ¿Cuál es la respuesta correcta?
Primero, cuando surja la crítica, mantenga un espíritu tranquilo y refrene cualquier arrebato. Algunas personas utilizarán la excusa: “Es que pierdo los estribos con facilidad. Así me hizo Dios”. Esta es una pobre justificación. No podemos culpar al Señor cuando no somos capaces de controlar nuestro mal carácter. Esa reacción no ayuda, y es dañina e inaceptable.
Segundo, no debemos tratar de defendernos de inmediato. No son la genuina honestidad y la reflexión las que usualmente motivan esta respuesta, sino el orgullo. Siempre que sea posible, es sabio dejar que pase algún tiempo para que pase la irritación antes de presentar cualquier defensa o decir algo al respecto.
Tercero —y esto es difícil— debemos pedirle al Espíritu Santo que nos muestre si el problema fue por culpa nuestra. ¿Son ciertas las acusaciones? ¿Es posible que un amigo fuera dirigido por Dios para mostrarnos algo en cuanto a nosotros? No nos gusta pensar que estamos equivocados; sin embargo, sabemos que, como seres pecaminosos, no podemos estar en lo cierto todo el tiempo. Por esta razón, cuando las personas se preocupan lo suficiente por nosotros para confrontarnos de esa manera, debemos ser tolerantes y tener en cuenta lo que ellas piensan.
Muchas veces, el Señor nos habla por medio de otras personas. Si Él está tratando de comunicarle algo por medio de un hermano en Cristo, esté abierto al mensaje del Señor, aunque le duela.
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