¿Quién los protegió y libró de un desenlace que hubiese podido ser fatal?? ¿Dónde estarían hoy si no hubiese habido un milagro?? Muchas preguntas vienen a la mente, sentimientos entremezclados, pero muy a menudo prevalece la despreocupación. Pronto olvidamos los pavores y angustias que surgieron en un momento dado. Tal es la naturaleza humana con su increíble capacidad para ocultar los malos recuerdos y sumergirse en la indiferencia.
Sin embargo, ¿acaso no fue Dios el que habló?? “En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende” (Job 33:14). Su bondad dio un tiempo extra a esos dos jóvenes para que se arrepintiesen. “El Señor…es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Estos jóvenes ¿aprovecharon esa “suerte” que tuvieron para solucionar el problema de sus pecados ante Dios y recibir el maravilloso perdón que Dios ofrece a todos los que creen en Jesucristo?? No lo sabemos. Pero este suceso nos invita a decir al lector, junto con la Biblia: Si oye hoy Su voz, no endurezca su corazón (Hebreos 4:7).
Jer 46:17 Allí gritaron: Faraón rey de Egipto es destruido; dejó pasar el tiempo señalado.
2Co 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
2Co 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Editorial La Buena Semilla. 1166 Perroy Suiza.